viernes, 26 de enero de 2007

Cómo robarse a sí mismo


Mañana viajo, desaparezco por unos días de Paraná, me ausento, muero, quién sabe que puede decirse al respecto. Diría que voy a regresar pero sería muy presuntuoso de mi parte, y el futuro es particularmente cínico con aquellos que se atreven a decirle qué hacer...
Así que digamos, sencillamente, que me voy. Al interior de la provincia (qué cosa estúpida para decir cuando uno mismo es considerado el interior), a visitar a un amigo que sólo físicamente sigue viviendo en este mundo...


Tenía ganas de postear lo que sigue pero no sé hasta qué punto es válido presentar palabras de otro recibiendo el sólo mérito de hacerlas públicas (por eso desconfío de los editores). Cuando entendí que ya son parte de mí mismo, que no lucro con ellas y que considero al autor compañero de ruta a pesar de nuestras diferencias (tiempo, espacio y orientación sexual, entre otras irrelevancias), me pareció claro que no había forma de que esto fuera un robo. Sería robarme a mí mismo, porque estas palabras no tienen más dueño que el lector. Eso es lo mágico de la buena escritura.

Arthur Rimbaud - Una temporada en el infierno

"Antes, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde se
abrían todos los corazones, donde todos los vinos corrían.
Una noche, me senté a la Belleza en las rodillas. — Y la

hallé amarga. — Y la insulté.

Me armé contra la justicia.

Me escapé. ¡Oh bujas, oh miseria, oh odio! ¡A vosotros se

confió mi tesoro!

Logré que se desvaneciera en mi espíritu toda la esperanza

humana. Contra toda alegría, para estrangularla, di el salto sin

ruido del animal feroz.

Llamé a los verdugos para, mientras perecía, morder las

culatas de sus fusiles. Llamé a las plagas para ahogarme en la

arena, la sangre. La desgracia fue mi dios. Me tendí en el lodo.

Me sequé al aire del crimen. Y le hice muy malas pasadas a la

locura.

Y la primavera me trajo la horrorosa risa del idiota.

Habiendo estado hace muy poco a punto de soltar el último

¡cuac!, se me ocurrió buscar la clave del festín antiguo, donde

había tal vez de recobrar el apetito.

La caridad es la clave. — ¡Esta inspiración demuestra que

soñé!

«Seguirás siendo hiena, etc.», exclama el demonio que me

coronó de tan amables adormideras. «Gana la muerte con todos

tus apetitos, y tu egoísmo y todos los pecados capitales.»

¡Ah! Ya aguanté demasiado — Pero, querido Satán, te lo

suplico, ¡menos irritación en la pupila! Y mientras llegan las

pequeñas cobardías rezagadas, tú que aprecias en el escritor la

carencia de facultades descriptivas o instructivas, te arranco

unos cuantos asquerosos pliegos de mi cuaderno de condenado."

3 comentarios:

flo dijo...

Suerte en lo de tu amigo...

"Y la primavera me trajo la horrorosa risa del idiota..."

me encantó esa frase del relato de Rimbaud

Besosotes*

titina dijo...

lea gudiño kieffer y verà como todo poco a poco se pone turbio.

Fenris dijo...

¿Aún más, tita_azul? Tomo tu sugerencia, cuando lo haya hecho la comentaré. Gracias por pasar!