domingo, 27 de abril de 2014

El agua blanda



Las rutas de Entre Ríos,
Tristeza quirúrgica.
¿Cuánta sangre es demasiado?
¿Cuánta sangre es suficiente?

En esa casa de paredes lavadas
Que se ve desde el auto
Me baña la luz de la tarde
Por la ventana sucia
(Somos ajenos a que las cosas nos son ajenas).

En el campo de batalla,
En la batalla del campo,
Las cosas están arrojadas a su suerte.
Vivir en medio del paisaje
Y volverse el paisaje.
Todavía somos niños,
Las venas limpias
Del virus de la Historia.
Todavía hay sol, tierra,
Un colchón de hojas resecas
Donde descansa el enigma.
Persistimos en la sucesión infinita
De las cosas y los seres
Sin acribillarlos a nombres.

El presente, presente del presente.
Mi perro no es elemento en una serie
Mis días tampoco.

De la caída y el después
(¿Qué importa el después?)
De la burocracia nominalista
Del funcionalismo simplón
De la futurología barata y autorreferencial
Son
suficiente testamento
(Canción de espina)
Estas líneas.

martes, 21 de agosto de 2012

(Not so) Wild Horses


Néctar del olvido,
frustración de la esperanza,
perdón de todo mal
cuando ya no queda tiempo.
 

Penden de un hilo todas las fotos de tu futuro,
y el fuego está creciendo.
 

Apostaste a esos caballos hermosos pero enfermos.
 

Apostaste a sueños de los que será mejor despertarse.
 

Creíste jugar a ser dios, pero audicionabas el papel de títere.
La función se termina y volvés al cajón.
 

Esperemos que sea acompañado.

martes, 17 de julio de 2012

Búsqueda

Corriendo
montando la ola de un tiempo
aún por volver al corazón
del mito que lo parió.

Muéstrenme una experiencia
que no esté herida de muerte
por la intelectualidad, por la razón
por su propia ansia de ser.

Y si ese día
surgimos de la tierra
si ese día lavamos nuestros pies
en las fuentes decorativas
de un ágora ya sin voces
si desde esa noche
el pavor tiene un nuevo nombre,
aún mejor.

No hay misterio más absoluto
no hay ilusión más grata
que la vida en sociedad
y la búsqueda de lo que hay
de cada uno de nosotros
en los demás.

Y cuando lo encontramos
destruirlo,
amarlo,
ignorarlo.
Da igual.
Encontrarlo es todo el misterio,
y una vez profanado
ya no vale nada.

miércoles, 11 de julio de 2012

Eden


El concepto es verdaderamente simple. Lo complicado es su ejecución.
Allá afuera hay una guerra, hay corazones bombeando ácido, pero también hay ojos perdidos en la autocelebración masturbatoria del olvido de sí televisado. Allá afuera están tu víctima y tu ejecutor. Tu chance de redención y tu condena irredimible.

Is everybody in? The ceremony's about to begin.
Comienzan a llover cenizas, del cielo anaranjado de ese ocaso al que, por cristiano, siempre se te ocurrió llamar fin del mundo. Comienzan a llover cenizas, y estás en la casa de tu infancia, el silencio vuelve tu respiración pesada, y corrés a buscar con qué tapiar las ventanas.
Tenían razón, tenía que llegar y llegó. No era el apocalípsis, era apenas el fin de tu infancia.
Era más brutal de lo que te dijeron en tus clases de formación religiosa y de religiosidad (per)formativa.

Creciste, junco torcido, en una ciénaga de la que le echaste la culpa a la época. Cuando te cruzas con flores hermosas, de perfumes exóticos en la calle, tu único refugio es la violencia. Pensar que hubo un crimen perpetrado mucho antes de que vos estuvieras acá, y que sos el gran decisor. Pero no, apenas una nota al pie en la historia de la negación, un destello opaco en el devenir afiebrado que grandes hombres han forjado con la espada y la música.
Comentario de un glosador sin talento sobre el enorme corpus de la tradición judeocristiana. Escapar o no al incendio de la gran biblioteca da lo mismo, nadie sabrá comprender.

En todo ese caos informe, que te gusta asimilar a un principio aunque tal vez sea el telón del final, la respuesta afiebrada del exceso. Una sola risa con las sinapsis en llamas vale por largas noches de resaca y de sufrimiento. Excepto en esas mismas noches.
Mañana, capullo reseco de humanidad, a tratar de rociarse con gotas de admiración ajena, y si no anda, con algún acto vacío de consumismo, y si no alcanza, a tratar de acostarse con alguien, y si no se puede, a destapar una botella y empezar de nuevo el ciclo.

En este jardín tras murallas no llueve nunca, y la humedad viene de lágrimas, y el sol no alcanza, y el calor y la luz vienen de quienes se prenden fuego.

martes, 17 de mayo de 2011

Diamante de sangre


La hora última en la que el poder se revela como lo que es. El ocaso de toda esperanza, y la única esperanza en todo ocaso. Los pies manchados con barro y las manos con sangre. Y viceversa, porque a veces caminamos sobre cadáveres, y a veces nadamos en la ciénaga de nuestra historia. Por "nuestra" hablo de la humanidad.
Versos de poeta maldito cuando las maldiciones ya no valen (Hiroshima, mon amour), versos sufridos cuando no queda corazón alguno que sea más blando que el diamante, versos cuando la única palabra que vale algo es la que cotiza en Bolsa.
Por algo te dije aquella vez, amor, que el fuego divino me había quemado los ojos. El mundo es belleza corrompida, es fruta que te pudre la boca.
Es donde escribo estas palabras, pero también donde habré de morir.

martes, 22 de febrero de 2011

Mímesis


Estabamos llegando cuando la vi caer, fulminada por un rayo divino, como si el espíritu santo acabara de entrar en su cuerpo.
Un hilo de sangre pendía de su nariz. Stigmata.
La cargamos en brazos, subimos las escaleras, la depositamos en su cama. La procesión.
Cuando volvió en sí lo primero que hizo fue saltar sobre mí. Hicimos el amor durante algunos minutos, ensuciando sus sábanas recién estrenadas.
El Santo Sudario.
En esta historia, sin embargo, la que muere crucificada es la virgen, y lo que se quiebra no es el templo.
Somos nosotros.

viernes, 23 de julio de 2010

Perfume al filo del dolor




Son esas palabras
que empezamos a decir más seguido
cuando el silencio deja de ser paz
para comenzar a ser olvido.

Hemorragia de luz,
somos el eterno presente
de un te quiero pronto a no querer
más que a sí mismo.

Mueren, mi amor,
para que nosotros vivamos.
Sin Auschwitz, sin Hiroshima
no tendrían ese brillo tus ojos.