miércoles, 11 de julio de 2012

Eden


El concepto es verdaderamente simple. Lo complicado es su ejecución.
Allá afuera hay una guerra, hay corazones bombeando ácido, pero también hay ojos perdidos en la autocelebración masturbatoria del olvido de sí televisado. Allá afuera están tu víctima y tu ejecutor. Tu chance de redención y tu condena irredimible.

Is everybody in? The ceremony's about to begin.
Comienzan a llover cenizas, del cielo anaranjado de ese ocaso al que, por cristiano, siempre se te ocurrió llamar fin del mundo. Comienzan a llover cenizas, y estás en la casa de tu infancia, el silencio vuelve tu respiración pesada, y corrés a buscar con qué tapiar las ventanas.
Tenían razón, tenía que llegar y llegó. No era el apocalípsis, era apenas el fin de tu infancia.
Era más brutal de lo que te dijeron en tus clases de formación religiosa y de religiosidad (per)formativa.

Creciste, junco torcido, en una ciénaga de la que le echaste la culpa a la época. Cuando te cruzas con flores hermosas, de perfumes exóticos en la calle, tu único refugio es la violencia. Pensar que hubo un crimen perpetrado mucho antes de que vos estuvieras acá, y que sos el gran decisor. Pero no, apenas una nota al pie en la historia de la negación, un destello opaco en el devenir afiebrado que grandes hombres han forjado con la espada y la música.
Comentario de un glosador sin talento sobre el enorme corpus de la tradición judeocristiana. Escapar o no al incendio de la gran biblioteca da lo mismo, nadie sabrá comprender.

En todo ese caos informe, que te gusta asimilar a un principio aunque tal vez sea el telón del final, la respuesta afiebrada del exceso. Una sola risa con las sinapsis en llamas vale por largas noches de resaca y de sufrimiento. Excepto en esas mismas noches.
Mañana, capullo reseco de humanidad, a tratar de rociarse con gotas de admiración ajena, y si no anda, con algún acto vacío de consumismo, y si no alcanza, a tratar de acostarse con alguien, y si no se puede, a destapar una botella y empezar de nuevo el ciclo.

En este jardín tras murallas no llueve nunca, y la humedad viene de lágrimas, y el sol no alcanza, y el calor y la luz vienen de quienes se prenden fuego.

No hay comentarios: