sábado, 22 de agosto de 2009

Lo Comparable


Cuando ella se volvió para mirarlo, el cigarrillo pendía de sus labios, confirmando la expresión ausente de sus ojos.
-¿Viste, negra? Dentro de algunas décadas vamos a estar muertos, y nadie va a saber que caminamos por esta calle agarrados de la mano. Tratá de sentir los detalles, fijate como se agita aquel árbol por el viento, cómo se está oscureciendo el cielo.
Caminaron en silencio hasta la casa de él, y cuando hicieron el amor esa noche, a ella se le erizó la piel como nunca ante cada roce, y las sábanas de algodón tenían una textura distinta. Igual que siempre, pero distinta.
"Eso es comparar", se dijo ella a la mañana siguiente, mientras perdía sus dedos entre los rulos de él, desordenados sobre la almohada.
Lo besó con suavidad, se vistió y fue a trabajar.
Desde la ventana que daba a 25 de mayo, miró a la gente perderse en la distancia sin percatarse del árbol, notablemente herido por la tormenta de la noche anterior.
Al cabo de una semana ya estaría como antes. O parecido al menos, porque sería el mismo pero ya habría sufrido un poco más, aunque no quedaran cicatrices a la vista.
"Eso es comparar", pensó ella mientras se subía a un taxi.
Ser iguales que siempre, pero distintos.